Una cosa es creer que se puede, querer que se pueda, quitarse los miedos y pintarse la cara color esperanza, como canta el optimista Diego Torres. Una cosa es saber que hay un equipo serio que tiene jugadoras en España y Brasil, que no es manco ni cojo, que tiene para plantar cara y no pasar vergüenzas.
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Porque otra cosa es ese exitismo tan colombiano como el aguardiente de caña, de la caña de mis valles y el anís de mis montañas, como canta el bambuco. Exitismo con el que la afición y la crítica rodean a la equipo de fútbol femenino que este lunes debuta en el mundial de mayores. Quizás este sea por el subcampeonato del año pasado en la Copa América en la que la Selección fue local, y por el subtítulo mundial sub-17 logrado hace 9 meses.
Mentalidad y acción
Una cosa es tener mentalidad y actitud para enfrentarse al torneo sin sentir menor y con la seguridad de entregarlo todo. Otra cosa es creer que hay que ser campeon mundial ¡como lo creyeron y pidieron con la Selección masculina en un acto de ignorancia y arrogancia! Colombia no es la preferida. Está para una sorpresa.
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Seamos claros: según las casas de apuestas dichas en varios artículos de presa europea, las grandes favoritos son tres:
Estados Unidos (favoritismo 3,5 a 1), Inglaterra (5 a 1) y España (6 a 1). Hay tres les siguen estos tres: Alemania (8 a 1, rivalizando con Colombia en el grupo H), Australia (10 a 1) y Francia (10,5 a 1).
No aparece ni siquiera Brasil, que es la reina absoluta del fútbol femenino de Suramérica. ¡Vayan se viene!
Datos recientes: en los últimos cinco amistosos, Colombia perdió goleada por Francia (5-2) y cayó contra Italia, que erró muchas opciones (2-1); empatía ante Panamá (1-1) y China (2-2). Sólo la ganó en Panamá (0-2).
Seamos claros: if pasa a la segunda ronda, es para felicitarse, reconocer el buen trabajo y regresar diciendo: «Misión cumplida».
Si el equipo jugó el quinto partido, es decir, clasifica a cuartos de final como lo hicieron los hombres en Brasil 2014, pues, obviamente, habrá que abrir champaña, desaparecer voladores y mandar a brillar el carro de bomberos. Is the meta que las jugadoras han contado en sus declaraciones.
Vestido con colega la semana pasada. Como justo en este momento se me ocurre usar nuestra charla para esta columna, pues no la menciono. No le pedí permiso para nombrarla. Sin embargo, palabras más, palabras menos, muy en serio me dijo que así este equipo perderá todos los partidos «ya había cumplido» y que no se le podía «cargar con presión» a ninguna jugadora.
Difiero: el equipo tiene que intentar con todo su esfuerzo pasar a la segunda ronda, la meta real, y jugadoras como Linda Caicedo y Leicy Santos primero, y Daniela Montoya, después, tienen la responsabilidad de llevar allí. La defensa no es la línea más fuerte.
Una cosa es el corazón del hincha que siente que su equipo siempre está para ser campeón. Esa es la esencia natural del fanático. Otra cosa es vender ilusiones demagógicas bajo el disfraz de la mentalidad.
Empieza la aventura de Colombia en el Mundial femenino. Ojalá sea lo más larga posible. Si la Selección juega cuatro partidos, estará bien. Manos a la obra.
MELUK LE CUENTA
GABRIEL MELUK
redactora de EL TIEMPO
@MelukLeCuenta
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