Mario Vargas Llosa: cuatro libros clave en su lucha por la libertad

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Mario Vargas Llosa ha sido, a lo largo de más de seis décadas, una de las voces literarias más influyentes del mundo hispano. Nacido en Arequipa en 1936, su trayectoria como novelista, ensayista y periodista lo convirtió en un referente del pensamiento crítico y la exploración de los mecanismos del poder. Figura clave del llamado boom latinoamericano, su obra se caracterizó por una firme defensa de la libertad individual frente a los autoritarismos, tema que atraviesa de manera contundente varias de sus novelas más emblemáticas.

Conversación en La Catedral: la pregunta que aún resuena

Lanzada en 1969, Conversación en La Catedral es posiblemente la obra más ambiciosa del escritor y una de las más intrincadas de la literatura latinoamericana. Ubicada en el Perú bajo el régimen de Manuel Odría, el texto explora la corrupción sistemática, la decadencia ética y la desilusión de una comunidad sometida al sometimiento ciego. A través de un diálogo entre Santiago Zavala y Ambrosio, se desarrolla un relato fragmentario que, no obstante, presenta una imagen clara del desencanto tanto político como personal. La famosa interrogante “¿En qué momento se jodió el Perú?” se ha transformado en un símbolo del escepticismo compartido por muchas generaciones de peruanos.

En este relato, Vargas Llosa no solo disecciona las estructuras del poder, sino que pone en escena el costo íntimo de la represión: la imposibilidad de actuar sin consecuencias, la renuncia al idealismo y la normalización de la injusticia. La libertad, en esta novela, aparece como un valor asediado, vulnerable y siempre en disputa.

La ciudad y los perros: el inicio de un realismo crudo

Con La ciudad y los perros (1963), el escritor inauguró una nueva forma de narrar en América Latina. Inspirado en su experiencia en un colegio militar de Lima, el libro retrata la violencia sistemática, la represión emocional y la brutal formación de los adolescentes que luego ocuparían los espacios de poder. La obra reveló, desde sus primeras páginas, la voluntad de Vargas Llosa de interrogar las jerarquías autoritarias y sus efectos psicológicos.

Mediante una narrativa polifónica y un estilo directo, el libro cuestiona el paradigma de la educación militar y critica la aceptación del abuso dentro de los entornos institucionales. La tensión entre el deber de obedecer y las convicciones personales atraviesa la trama como un tema recurrente que influiría en muchas de sus obras futuras.

Pantaleón y las visitadoras: crítica sobre la obediencia ciega

Publicado en 1973, esta obra es uno de los ejemplos más brillantes del autor en el campo de la crítica satírica. Pantaleón y las visitadoras narra la historia del capitán Pantoja, a quien le es asignada la tarea de establecer un servicio de trabajadoras sexuales para satisfacer los deseos de los militares destacados en la selva amazónica. La lógica burocrática de la misión, llevada al extremo, muestra cómo el pensamiento castrense puede alcanzar límites insospechados en nombre de la disciplina.

Vargas Llosa utiliza el humor y la ironía para abordar una cuestión más profunda: la renuncia del individuo a ejercer el pensamiento crítico cuando se somete completamente a una estructura de mando. La novela no solo es un relato divertido; también es una reflexión inquietante sobre cómo la obediencia puede anular la voluntad personal.

La fiesta del chivo: el rostro brutal del poder

En el año 2000, el escritor lanzó La fiesta del chivo, un libro que trata con franqueza la dictadura de Rafael Trujillo en República Dominicana. A través del personaje de Urania Cabral, hija de un político próximo al tirano, se reconstruye la narrativa de una nación sometida al miedo durante treinta años. El retorno de Urania a la isla es también una travesía personal de enfrentamiento con el pasado, donde se entrelazan la historia política y la herida interna.

La novela destaca por su capacidad para exponer las formas de manipulación, sometimiento y humillación utilizadas por los regímenes totalitarios. Vargas Llosa no solo retrata al dictador como figura central, sino que disecciona el entramado de cómplices que permite que ese poder se mantenga. La obra se inscribe así en la tradición latinoamericana de la “novela del dictador”, aportando una mirada que privilegia la perspectiva femenina y el trauma psicológico.

Un legado literario al servicio del pensamiento libre

Las novelas de Mario Vargas Llosa, más allá de su diversidad temática, comparten una preocupación constante: cómo el poder, en sus múltiples formas, puede degradar al ser humano. Frente a ese riesgo, la literatura se convierte en un espacio privilegiado para imaginar la libertad, denunciar los abusos y defender la dignidad individual.

Su trabajo representa un constante llamado a la reflexión crítica. En su obra, el arte no se limita a ser un acto estético; es también un ejercicio de compromiso cívico. En épocas de represión, demagogia o control ideológico, los relatos que crea Vargas Llosa sirven como un espejo perturbador, pero esencial, que resalta la fragilidad de la democracia y la importancia de la disidencia.

La literatura, en manos del autor peruano, no es evasión. Es resistencia.

Por Gabino Trujillo