Chile lidera iniciativa global para fortalecer la conexión social y avanzar en salud pública

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Chile ha asumido un papel de liderazgo en una nueva iniciativa global destinada a abordar uno de los problemas de salud pública emergentes del siglo XXI: el debilitamiento de la conexión social. En un contexto internacional donde el aislamiento, la soledad y la fragmentación comunitaria afectan tanto la salud física como mental de las personas, el país sudamericano ha convocado a una red de colaboración internacional con el objetivo de impulsar políticas públicas orientadas a reconstruir el tejido social.

La iniciativa se presentó en colaboración con representantes gubernamentales, organismos internacionales, instituciones educativas y grupos de la sociedad civil de diversas regiones del mundo. El objetivo es promover la conexión social como un elemento vital para el bienestar humano, equiparándola con la nutrición adecuada, el ejercicio físico y la atención sanitaria. Este enfoque propone una solución completa al problema, considerando factores sociales, culturales y económicos.

El distanciamiento social, que puede presentarse como soledad prolongada, aislamiento o una disminución en la sensación de pertenencia, se ha transformado en un fenómeno en expansión, sobre todo en entornos urbanos y como resultado de las secuelas persistentes de la pandemia de COVID-19. Varias investigaciones han revelado que estos elementos pueden incrementar el riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares, depresión, ansiedad e incluso una temprana mortalidad.

La iniciativa liderada por Chile busca integrar políticas de salud pública con estrategias comunitarias, educativas y urbanas que promuevan la cohesión social, la fortaleza de los vínculos y la creación de lugares seguros para reunirse. Los elementos principales de la propuesta incluyen el fomento del voluntariado, el desarrollo de entornos urbanos que faciliten la interacción social, el acceso igualitario a actividades culturales y de recreo, y el uso consciente de la tecnología para conectar a las personas en lugar de separarlas.

Un aspecto novedoso de la propuesta es su enfoque integral: no se restringe a acciones en el ámbito de salud, sino que también incluye a los ministerios de educación, trabajo, vivienda y cultura, además de a participantes del sector no gubernamental. Esta perspectiva interdisciplinaria intenta coordinar esfuerzos con el fin de alcanzar un propósito común: promover la cohesión social como un activo para la salud colectiva.

Los países participantes han decidido desarrollar un plan de acción conjunto, estableciendo objetivos específicos para su implementación, seguimiento y evaluación. Además, se contempla la creación de un observatorio regional para monitorear indicadores asociados a la cohesión social y su influencia en la salud.

Chile, especialmente, ha propuesto como reto interno la formulación de una política nacional de enlace social, la cual podría servir como modelo para otras naciones de la región. Esta política se enfocaría en tres pilares esenciales: prevenir el aislamiento, fomentar redes de comunidad y disminuir las desigualdades sociales que obstaculizan una participación equitativa en la vida comunitaria.

La propuesta ha sido bien recibida por especialistas en salud pública, quienes destacan la necesidad de enfrentar los problemas psicosociales no solo desde la clínica individual, sino desde políticas que apunten a reconstruir entornos relacionales saludables. En este sentido, se reconoce que el bienestar emocional y la salud física están profundamente influenciados por la calidad de los vínculos sociales que las personas establecen a lo largo de su vida.

Con este avance, Chile se destaca como líder en una agenda de salud que va más allá de los modelos biomédicos convencionales y propone una visión más humana, completa y comunitaria. En un mundo cada vez más global, pero irónicamente más dividido, este enfoque brinda una solución novedosa y esencial ante los retos del siglo XXI.

La iniciativa internacional continuará desarrollándose en los próximos meses, con la realización de encuentros regionales, talleres técnicos y espacios de intercambio de buenas prácticas. El objetivo es generar una base de conocimiento común que permita a los países adaptar las estrategias a sus realidades locales, manteniendo al mismo tiempo una visión compartida de salud centrada en la dignidad, la inclusión y la solidaridad social.

Por Gabino Trujillo