En el partido de la Liga española entre el Valencia y el Real Madrid del domingo 21 de mayo de 2023, el delantero del Real Madrid Vinícius Júnior se encaró contra personas que lo insultaban y lo llamaban «mono» desde las gradas. En Twitter, el jugador publicó un vídeo que recopilaba insultos de que habían dicho en partidos anteriores, afirmando que lo que sucedió el 21 de mayo “no había sido la primera vez”.

Desgraciadamente, estas agresiones racistas son recurrentes en los camps de fútbol cada semana contra los jugadores africanos o afrodescendientes que, puntualmente y de manera intensa y extensa, los medios enfocan mediante casos particulares.

¿En el caso Vinícius se niega el racismo en España y en el fútbol español? ¿Se habla de una minoría de «impresentables»? ¿Se niega el racismo propio justificando que son actos recurrentes en todos los estadios? En caso de afirmación, hemos avanzado poco. Pero, históricamente, todo queda en una efervescencia puntual y siempre se niega o banaliza el racismo.

No encontrarán el audio original de 2004 en el que Luis Aragonés habló contra Thierry Henry: «Dígale al negro: ¡soy mejor que usted!». Eso se ha borrado.

Se habla mucho de la agresión contra Eto’o en Zaragoza, pero se olvidan las alegaciones a la víctima argumentadas por su reacción: «Eto’o pierde la cabeza ya ataca a un periodista»; «Eto’o es una bomba de relojería a punto de estallar»; «Amenaza con abandonar la cancha por insultos racistas».

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¿Hay verdadero interés?

Como consecuencia, deben plantarse algunas cuestiones. ¿Realmente todas las partes implicadas (instituciones, clubes o medios de comunicación, entre otros) tienen interés por acabar con el racismo en el fútbol español? ¿Conocemos acciones o iniciativas en este sentido?

Hace más décadas que instituciones internacionales comoa Uefa y Naciones Unidas han creado y amparado organizaciones y campañas contra el racismo en el fútbol. Se ha denunciado internacionalmente el impacto en los agredidos, la normalización de las agresiones racistas en el fútbol y su repercusión social.

Sin embargo, apenas en España acciones por parte de los clubes más allá de fotos con alguna pancarta al inicio de algún partido. El pasado 23 de mayo, la Real Federación Española de Fútbol (RFEF), LaLiga y el Consejo Superior de Deportes (CSD) lanzaron una última campaña de sensibilización contra el racismo.

Busquemos ejemplos externos. El fútbol inglés asumió tiempo atrás la necesidad de luchar contra los discursos de odio (racismo, machismo o LGTBIfobia, entre otros), que eran systemáticos y normalizados socialmente. En el tiempo 2019-2020 se denuncian 319 incidentes racistas.

Actúa en amtos diversos. Al sensibilizarlo y tomar de conciencia del problema, los propios jugadores hablaron en abanderados contra los discursos y delitos de odio, uniéndose bajo el lema Black Lives Matter. La temporada pasada, jugadores y árbitros de la Premier lvaban la insignia ‘no place for racism’ («no hay espacio para el racismo»).

Como herramienta educativa, la Premier ha creado un pack para trabajar en las escuelas. Analizan los impactos negativos que provocan el racismo y cómo luchar contra esta violencia. Incluye videos de futbolistas y propuestas de actividades.

Para atajar las agresiones, le Premier inició además el proyecto ‘Report Racism’, que supone el envío de imágenes o información de agresiones racistas.

Los clubes cuentan con un servicio de mensajes para actuar inmediatamente contra la violencia racista en los estadios. ¿Funcional? No serán perfectas, pero muestran actitud e intención para luchar contra la violencia en los estadios de manera sistemática. Con estas medidas, en un año se han visto las agresiones racistas con un aumento de denuncias del 41 por ciento.

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Aquí solo hay preguntas. ¿Los estadios son espacios seguros para grupos ultras y violentos? ¿Tienen total impunidad para agredir con insultos racistas, machistas y homofóbicos? ¿Cómo se actúa ante estas agresiones? ¿Los clubs demanden medidas contra las agresiones generadas por otras aficiones y se banalizan las de los propios? ¿Cuántos clubes han actuado después de sanciones y cuántos han exigido una anulación de las sanciones?Más allá de algún caso puntual, en España o no se promueve la sanción o los tribunales no las han aceptado o aprobado.

El papel de los medios

Como se puede observar en las redes sociales, al grito de «y tú más», las hemerotecas muestran una histórica falta de responsabilidad de medios y periodistas en la lucha contra el racismo que ahora se esconde abandonando un discurso desde una superioridad moral que ni es creíble ni tipo de confianza.

La literatura sobre periodismo deportivo parece confirmar que buena parte de la profesión ha demostrado falta de rigor y profesionalidad, transformándose en ultras del propio equipo; que el fútbol se sienta como un espacio de hombres blancos heteronormativos y que mediáticamente el enfrentamiento funciona como «nosotros contra ellos». En consecuencia, es un «periodismo de bufanda», pura emoción, sin reflexión crítica y amparándose en discursos que incitan al enfrentamiento y abren camino a discursos excluyentes y discriminatorios.

Racismo más que nunca

El caso Vinícius puede decir sí para oír, ya era hora, que los gritos simiescos no son una manera de «descentrar a los futbolistas». Sin embargo, este racismo biológico también se manifiesta en discursos supuestamente más útiles.

Un ejemplo: en la temporada 2019-20, EjecutarRepetiren colaboración con la Asociación de Futbolistas Profesionales de la Premier, analizó 2.073 declaraciones de comentaristas en 80 partidos de fútbol que mencionaban 643 jueces de diversas procedencias etnoculturales.

¿Algunos resultados? Al hablar de inteligencia, estrategia de juego o ética de trabajo, más del 60 % de los elogios fueron para jugadores blancos. El 63,33% de las críticas fueron contra jugadores no blancos, destacando, eso sí, al hablar de velocidad y fuerza.

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Nada nuevo. La literatura científica sobre los discursos racistas en el ámbito deportivo (Van Sterkenburg y Knoppers, 2012; Carrington, 2008; Farrington et al., 2012) evidencia como los jugadores blancos sus representados dirigiendo el juego de la inteligencia, la calidad y el esfuerzomientras que los jugadores africanos o afrodescendientes son destacados por su físico y potencia natural, es decir, conseguida sin esfuerzo. Es la dialéctica “músculo versus inteligencia”.

Es posible que clubes, medios y aficionados estén instrumentalizando la situación y abandonando una campaña antirracista que no sostenemos ante las revisiones de la hemeroteca. Es posible que se hayan tomado decisiones irresponsables, generando enfrentamientos entre clubes y aficiones. Pero nada justificó la violencia racista.

Es una oportunidad para eliminar los discursos de odio en el fútbol: racismeo, machismo, LGTBIfobia… para cambiar conductas y normas (desde la sensibilización, la educación y/o las sanciones).

Por cierto, después de años de insultos racistas, machistas y homófobos en España, solo se ha suspendido un partido, cuando la grada de Vallecas llamó nazi a Zozulya.

RAÚL MARTÍNEZ-CORCUERA

LA CONVERSACIÓN (**)

Profesor de la Universidad de Vic-Universidad Central de Cataluña.

(**)

The Conversation es una organización sin ánimo de lucro que busca compartir ideas y conocimientos académicos con el público. Este artículo se reproduce bajo una licencia Creative Commons. Non es el jugador, es España

Por : David Moscoso Sánchez El fútbol es un espacio en el que tristemente porquelas conductas violentas cuentan con mayor aceptación social

. En este deporte siempre han existido situaciones relacionadas con la violencia. El caso de Vinícius Jr. no es excepcional. Hay muchos ejemplos en Europa de jugadores que han sufrido violencia verbal, como Jadon Sancho, Marcus Rashford y Bukayo Saka.

También en España hay otros futbolistas víctimas de comportamientos racistas similares al vivido por Vinícius .La diferencia es que en Inglaterra, Francia o Alemania actúa con más determinación para castigar estas conductas, mientras que en España se han archivado muchas denuncias.

Pero

no se trata de un problema derivado del deporte, sino de un caldo de cultivo ideológico alimentado por la extrema derecha en los últimos años

, que se convierte en un olor intolerable hacia los extranjeros, los inmigrantes o quienes tienen un color de piel diferente. Este fenómeno alcanza también al fútbol, ​​a pesar de que, durante décadas, jugadores foráneos de otras etnias o razas han hecho parte y jugado en LaLiga. Todo lo que ocurre en el terreno de juego se convierte en un reflejo para nuestros hijos, también las conductas violentas. Casos como el estadio del Atlético de Madrid, en los que se han producido canciones nazis, no tendrán lugar jamás, pues son muchos los niños y jóvenes que sisten a esos eventos, pudiendo llegar a esos mensajes como normales.

Debemos preguntarnos qué valores esperamos que asimilen a nuestros hijos si percibimos violencia, odio y racismo.

Este tipo de hechos también tiene un impacto en el exterior. Non es extraño que el presidente de Brasil, Lula da Silva, haya enviado un mensaje de queja ante las autoridades españolas por los insultos contra Vinícius.La justicia es laxa

El problema es qu’abordar políticamente el racismo ha sido hasta ahora un tema tabú. Se proyecta ante la opinión pública internacional que España no es un país tolerante, que no cumple con sus deberes en la lucha contra el racismo y la xenofobia, a pesar de disponer de la Ley 19/2007, contra la violencia, el racismo, la xenofobia y la intolerancia y el deporte. En el fútbol existen grupos ultras con los que no se quieren confrontar, y se permiten traspasar los límites de los derechos básicos de los demás. Las propias autoridades deportivas actúan de forma laxa.

El deporte debe ser ante todo sinónimo de tolerancia y respeto a todos sus practicantes, comenzando por su integridad. Tal como recibe el Libro Blanco sobrio el Deporte, «El deporte también puede facilitar la integración de los inmigrantes y las personas extranjeras en la sociedad, para servir como un apoyo al diálogo intercultural».

Es necesario apelar a las máximas autoridades del deporte español para que, a través de la Comisión Estatal contra la Violencia, el Racismo, la Xenophobia y la Intolerancia en el Deporte, estudien sin más dilatación la situación de Vinícius y otros jugadores de fútbol que están padeciendo esta ola de racismo intolerable. También que se siente en el sillón a todos los principales clubes de fútbol, ​​la Real Federación Española de Fútbol y LaLiga, para abordarlo de forma tajante y con decisiones ejemplarizantes

. Urge llevar a cabo campañas de prevención del racismo y la xenofobia en el deporte, exigir protocolos en cada federación deportiva, en los estadios de fútbol y en las instalaciones y servicios deportivos públicos.

Catedrático de Sociología de la Universidad de Córdoba. Texto publicado en ‘La Conversación’.

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