La pandemia y el desarrollo de los medios de pago electrónicos asestaron un duro golpe al uso del dinero en efectivo en Latinoamérica, pero además, elevaron la inclusión financiera a un nivel por encima del promedio mundial. Mientras que aquellas personas que solo usan el efectivo en sus transacciones diarias pasaron de ser 45 por ciento antes del covid a 21 por ciento después, y aquellos que prefieren el dinero contante y sonante lo hicieron del 28 al 12 por ciento en el mismo periodo (2020-2023), cerca de 8 de cada 10 tienen lograron tener al menos un producto financiero, esto es 76 por ciento de la población .

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Las cifras hacen parte del reciente estudio elaborado por Mastercard, junto con Americas Market Intelligence (AMI), ‘El estado de la inclusión financiera después de Covid-19 en América Latina y el Caribe: nuevas oportunidades para el ecosistema de pago’, de manera que es evidente que, muy a pesar del avance en esta materia, aún quedan por bancarizar 91 millones de personas en la región, mientras que unas 200 millones hacen parte de un grupo qu’encuentra se encuentra en apa inicial de inclusión financiera.

El estudio permite ver, además, que el grupo de personas que está dispuesto a probar medios de pago distintos al efectivo (pagos electrónicos) pasó de 10 al 35 por ciento, y el desplazador del efectivo del 9 al 16 por ciento.

Se realizaron más de 3.000 encuestas, en siete países (Brasil, Argentina, Colombia, El Salvador, Guatemala, México, Perú), que incluyeron 28 entrevistas en profundidad a jugadores del ecosistema de medios de pago en todos los segmentos.

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El 25 por ciento de los consultados en dichos países respondió que, antes de la pandemia, usaban efectivo para cubrir más del 75 por ciento de sus gastos mensuales; pero en 2023 ese porcentaje produjo al 15 por ciento, lo que evidencia el cambio que han tenido las personas a favor de los paginas digitales.

Eso sí, el estudio reveló que así como la aparición del covid-19 obligó a un millón de personas a pasar por las páginas digitales, este impulso no hubiera sido posible sin la penetración que han tenido los smartphones, que en Latinoamérica supera el 80 por ciento. .

«Los móviles se han convertido en el medio estándar para realizar pagos, particularmente transferencias de dinero», advierte el informe en el que se menciona que el 88 por ciento de dueños de productos financieros han usado un móvil para hacer pagos o realizar transacciones acciones financieras.

Ocho de cada 10 los han utilizado para enviar dinero a otra persona, siete para recibir dinero de un tercero, así como para realizar compras por internet, mientras que cada 10 para pagar en personas en supermercados o tiendas.

Marcela Carrasco, Senior Vice President de Desarrollo de Mercado, Inclusión Financiera para América Latina y el Caribe de Mastercard, dijo a EL TIEMPO, que la mayor penetración de las páginas digitales, así como el hecho de que más personas en la región tendrán más acceso al sector financiero, sus productos y servicios, es el resultado de varios factores, entre los que cuentan el covid-19 y sus repercusionesla dispersión de los subsidios por parte de los gobiernos, el surgimiento de fintech con una propuesta de valor tecnológico diferente, las grandes instituciones financieras desarrollando sus billeteras y los diferentes jugadores de l’ecosistema también aportando lo propio.

Siete de cada 10 personas en Latinoamérca han utilizado sus teléfonos celulares para realizar compras por internet, según estudio elaborado por Mastercard y Americas Market Intelligence (AMI).

alcalde bancario

Marcela Carrasco, Vicepresidenta Senior de Desarrollo de Mercado, Inclusión Financiera para América Latina y el Caribe de Mastercard.

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El Tiempo / cortesia

La directiva mencionó que América Latina es la región que más ha avanzado en inclusión financiera en los últimos años. Citando datos del Banco Mundial dijo que, mientras la bancarización en el mundo pasó de 68 a 76 por ciento entre 2017 y el 2021, la región lo hizo del 55 al 75 por ciento en el mismo periodo.

Por su parte, las páginas digitales lo hicieron del 52 al 64 por ciento en el mundo, mientras que en Latinoamérica pasó del 46 al 66 por ciento. “Pese a esos logros, aún hay una brecha por recortar en la región, insistió Carrasco, al señalar que son las zonas rurales y apartadas las que mayor atención requieren en ese frente.

«Cuando hablamos de las personas que todavía no están incluidas financieramente, los segmentos más vulnerables son las personas que están en áreas rurales, hay una oportunidad en el segmento femenino, sobre todo las de bajos ingresos y las personas independientes, las desempleadas es donde existen mayores oportunidades para llegarles con productos y servicios financieros distintos”, advierte la directiva de Mastercard.

Hay grega que a estos grupos de personas se les debe llegar con educación financiera, porque este es uno de los pilares estratégicos, pero también con productos de crédito. Para ella es clave buscar la manera de hacer un reenfoque de esa educación, que no esté basado en las características de los productos, sino más intuitivo, invisible, en mirar la forma de convertla en la propuesta de valor para que las personas, en la medida que vayan utilizando su producto financiero, aprenda y practique a la vez, saliendose de los modelos tradicionales.

Lo otro -dice- es ver cómo acompañan a las personas dependiendo de la etapa de su vida en que se encuentran, de su nivel de conocimiento y de educación financiera se le puede facilitar el acceso al credito, porque la educación financiera no solo es el uso de los productos financieros, sino el acompañamiento de las personas para que pueda empoderarse y de permitirle alcanzar las metas de su vida.

Acceso al crédito

Según el estudio, hay una deuda muy importante en la región en materia crediticia. Si bien el 58 por ciento de los latinoamericanos tiene tarjeta de crédito, apenas el 3 de 10 tiene acceso a otros de crédito, como préstamos, seguros o productos de inversión.

Brasil, Argentina y Guatemala, con 75, 74 y 64 por ciento en Colombia (55 por ciento) en cuanto a la penetración de las tarjetas de crédito. Sin embargo, el país con 30 por ciento, le gana a los dos primeros (28 y 19 por ciento, respectivamente) en cuanto a avances en otras líneas de préstamos diferentes a las tarjetas.

«Tenemos que idearnos más formas para que las personas no solo tengan una cuenta de ahorros, también un crédito, algún tipo de inversión, seguros y planes de ahorro que le permitan pensar en el futuro y contar con un colchón para atender sus emergencias, que es lo que nosotros definimos como salud y prosperidad financiera”, comentó Carrasco.

Los focos claves

De acuerdo con las directivas de Mastercard, el estudio permitió detectar 5 focos principales en los que las entidades deben concentrarse allí para dirigir sus esfuerzos para alcanzar mayores niveles de inclusión financiera en América Latina:

Primero, priorizar la personalización ofreciendo una medida para los segmentos más postergados específicos, recurriendo a herramientas de gestión de banca abierta y finanzas personales para sumar valor y soluciones relevantes.

Segundo, concéntrese en el desarrollo de productos de crédito, creando mejores productos que ofrezcan un acceso más fácil a préstamos personales y tarjetas de crédito, y habilitando una calificación crediticia innovadora o garantías creativas.

Los proveedores también necesitan reorientar la educación financiera, apartándose de los tradicionales cursos y talleres para probar una educación invisible y gamificada acorde a la aptitud financiera de cada segmento.

Por su parte, los proveedores de pago deben potenciar la conveniencia y crear incentivos, centrándose en el ahorro de tiempo, adoptando un abordaje de ecosistema que suelva varios problemas al mismo tiempo, y productos de reversión simple que ofrecen liquidez, por citar sólo algunos.

En última instancia, la colaboración continua entre el sector público y el sector privado es esencial para mejorar la inclusión financiera, y la evidencia de los países deben priorizar los subsidios de colaboración, y el transporte público y las políticas financieras activas que reducirán el uso de la eficacia.

«Creo que el reto que nos queda por delante es, una esas personas que ya trajimos hacia el circuito financiero, buscar la manera para que sigan creciendo en esa inclusión financiera, cómo llevarlas hacia la prosperidad financiera con productos más allá de los que tienen hoy , productos de bajo costo, de fácil acceso, versátiles y seguros”, insiste la directiva de Mastercard.

EDITORIAL ECONOMÍA