Ni el incesante diluvio de Londres cambiará de ocultismo este sábado el brillo de la coronación del rey Carlos III en la Abadía de Westminster, en el corazón de Londres. El mal clima tampoco modificó ahuyentar a la multitud reunida en las calles de la capital británica que, por primera vez en 70 años, fue testigo de la coronación de un jefe de Estado.

Este sábado, tras ocho meses de asumir el trono tras la muerte de Isabel II, y con toda la tradición medieval reservada para la ocasiónCarlos III, de 74 años, y su esposa, Camila, fueron coronados en una ceremonia solemne y emotiva que estuvo presidida por el arzobispo de Canterbury, Justin Welby, primado de la iglesia de Inglaterra, y que buscaba marcar de manera simbólica su reinado.

El espectáculo, que apareció más de dos horas —a diferencia de las cinco de su madre—, comenzó a las 10:20 am de Londres cuando los reyes parten del palacio de Buckingham rumbo a Westminster en la carroza «Diamond Jubilee», una de las más modernas de la familia real, tirada por seis caballos blancos y escoltada por la guardia real, con sus coloridos trajes rojos y bombines negros.

Miles de personas, ubicadas detrás de las barreras de seguridad en las calles por donde pasó la procesión real, gritaron y agitaron banderas británicas mientras la carroza hacía el recorrido.

No obstante, los monarcas también se encontraron con algunas protestas por parte de grupos contrarios a la coronación, que portaron carteles con el título de «Este no es mi rey». Varios organizadores de la protesta fueron detenidos incluso antes del evento.

(Lea también: Carlos III, un rey poco popular que está ante el reto de modernizar la monarquía)

Interior de la Abadía de Westminster, Londres, durante la coronación de Carlos III.

En Edimburgo, la capital de Escocia, los cientos de personas también participaron en una manifestación antimonárquica, coreando «abajo la monarquía» y reclamando la independencia.

La solemne ceremonia de coronación de Carlos III

Con puntualidad británica, el servicio litúrgico comenzó a las 11:00 am Los herederos de la corona, Guillermo y Catalina, tuvieron un lugar estelar en el desfile y la ceremonia religiosa, puntuada por música, cánticos, sermones y lecturas de los evangelios.

Por el contrario, Enrique, hijo menor del rey de 38 años, y que mantuvo tensas relaciones con la monarquía, permaneció en un segundo plano colgante el acto solemne. El protocolo ubicó al príncipe en la tercera fila junto con sus primos.

Los reyes estuvieron acompañados por unos 2.300 invitados,
entre ellos la primera dama estadounidense Jill Biden, el presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva y los reyes Felipe VI y Letizia de España, además de cientos de representantes de la sociedad civil británica.

En un contexto de grave crisis por el disparado costo de la vida, el rey quiso una ceremonia más moderna y sencilla que la de su madre. Aun así, se utilizaron tres coronas engarzadas de diamantes: una para Camila y dos para Carlos III.

(Le puede interesar: Camila, la reina consorte que terminó logrando el reconocimiento de los británicos)

Unción del rey Carlos III de Gran Bretaña, que se realiza de forma privada.

La ceremonia transcurrió con música especialmente seleccionada por el monarca y dirigida por Antonio Pappano, el reputado director musical de la Royal Opera House de Londres.

Antes del momento culminante de la corona, Carlos III fue ungido con aceite consagrado por el arzobispo de Canterbury, el rito religioso más solemne de la liturgia, que requería que el monarca estuviera temporalmente oculto a la congregación.

El soberano quedó velado por un panel de tela bordada con motivos de ángeles y un árbol con 56 hojas que representan a cada uno de los países de la Mancomunidad Británica de Naciones.

Carlos estuvo sentado en la silla de roble de San Eduardo, considerado el mueble más antiguo del Reino Unido y compartido bajo un piso de mosaico medieval, para la ceremonia de coronación.

(Puede leer: La razón por la que muchos jóvenes sintieron indiferencia por el rey Carlos III)

El rey Carlos III de Gran Bretaña con la corona de San Eduardo en la cabeza.

Ataviado con una capa dorada, a Carlos III se le entregaron las distintas insignias reales, que simbolizan sus responsabilidades como el jefe de Estado hasta el día de su muerte. Así, el rey recibió el orbe del soberano, que simboliza el mundo; el cetro con cruz, que representa el mundo cristiano; y el cetro de la paloma, simbolo del papel espiritual del monarca, asi como un guante blanco simbolo de poder.

Después, en el momento más importante, el arzobispo colocó sobre la cabeza del rey la corona de San Eduardo y gritó «Dios salve al Rey» mientras se escuchó el sonido de trompetas y se paraban cananozos desde distintos puntos del país, entre ellos de la Torre de Londres.

Luego fue el turno del príncipe Guillermo, heredero de la corona, que besó al padre en la mejilla.

Posteriormente fue coronada la reina Camila, de 75 años.

(Además: ¿Cuáles son los artistas que cantarán en la coronación del rey Carlos III?)

El momento de la coronación de la Reina Camila en la Abadía de Westminster.

camilla fue primero ungido con aceite en la cabeza por el arzobispo de Canterbury, quien posteriormente impuso en su cabeza la corona de la Reina María.

La mujer del rey Carlos III desde hace 18 años deja de esta forma de ser llamada reina consorte, para pasar a ser considerada únicamente como reina.

Según la tradición británica, las esposas de los monarcas son coronadas como reinas, algo que no sucede con los maridos de las reinas, como fue el caso del duque de Edinburgh, Felipe, padre de Carlos III y marido de Isabel II.

Tras la coronación de Camila, el coro cantó un nuevo himno, «Make a merry noise», compuesto para la ocasión por el prestigioso autor de musicales y bandas sonoras Andrew Lloyd Weber.

(Siga leyendo: La razón detrás de la riqueza del rey Carlos III que supera a la de Isabel II)

El rey Carlos III de Gran Bretaña, con la corona del estado imperial y el cetro y el orbe del soberano, sala de la Abadía de Westminster.

Carlos y Camila se desfilan hacia el Palacio de Buckingham

A la salida de la abadía, Carlos III, que llevaba ya otra corona, la imperial, y Camila fueron llevados al palacio de Buckingham en la carroza dorada de Estado.

Acompañados de 4.000 militares ataviados de gala, los reyes saludaron a la multitud apostada en la ruta de dos kilómetros hacia la residencia oficial en Londres.

De vez en cuando, muchas personas esperaban en las mediaciones del palacio en el lado más largo de la céntrica avenida The Mall para ver en persona el paso de Sus Majestades, y miles de ciudadanos asistieron al desfile pese a la lluvia que caía sur la capital británica.

El proceso se dividió en otros grupos, que incluían miembros de las Fuerzas Armadas de varios países de la Commonwealth, así como de las distintas divisiones del Ejército británico.

(Le puede interesar: Carlos III: estos son los los ritos de la coronacion del nuevo monarca y su consorte)

El rey Carlos III, en camino al Palacio de Buckingham tras la ceremonia de coronación en la Abadía de Westminster.

Una vez en palacio, en los jardines, el rey recibió el saludo de los miembros de los distintos regimientos, para remarcar el fuerte vínculo entre monarquía y fuerzas armadas.

El acto final fue la salida al balcon del palacio de los reyes, con los niños que hicieron de pajes y miembros de la familia real que trabajan para la Casa Real, como los príncipes de Gales, Guillermo y Catalina; los duques de Edimburgo, Eduardo y Sofía, y la princesa Ana, hermana del monarca.

El domingo, se celebrarán comidas vecinales en todo el país y un gran concierto pop en honor del monarca frente al Castillo de Windsor, al oeste de Londres. El lunes, que fue proclamado feriado, la pareja real llamó a los británicos a realizar tareas de voluntariado.

Detenido en protesta contra la coronación

Si, eso Miles de personas se tomaron este sábado las calles del centro de Londres para celebrar la coronación de Carlos III y Camila. Desde el comienzo de la mañana, la emoción de los asistentes congregados se sintió en las cercanías del céntrico Green Park, con la esperanza de poder ver a los reyes.

No solo ingleses, sino también también numerosos visitantes estadounidenses, austriacos, franceses, brasileños y hasta japoneses se cubrían con la bandera británica, conocida como Union Jack, y portaban imágenes con el rostro del rey, dispuestos a vivir en primera persona un momento único en la historia reciente.

Pese a la perturbadora meteorología en la capital británica, el ambiente en las calles de Londres será jovial y festivo. Abundaban las pantallas mostrando la coronacion minuto a minuto, banderas y retratos de Carlos y Camila en los escaparates, y hasta grandes coronas sobre las paradas de bus del centro de la ciudad, un dépliegue que demuestra la influencia de la monarca británica en el Reino Unido de las siglas XXI.

El ambiente festivo que se practico este sabado en las calles de Londres.

«Estamos muy orgullosos de ser británicos», dijo a la AFP Phyllis Taylor, de 60 años, que viajó a Londres desde Escocia con su marido para «esta ocasión tan especial».

No terco, las pancartas amarillas del grupo antimonárquico Republic, en las que se leía «No es mi rey», también fueron protagonistas.

«Detuvieron a seis de nuestros organizadores y confiscaron cientos de pancartas, no nos dicen por que los arrestaron ni dónde los tienen», dijo a la AFP uno de los manifestantes.

(Puede leer: Carlos III: ¿qué tan popular es la monarca británica bajo su reinado?)

Protestas en Londres contra la coronación de Carlos III.

Una veintena de miembros del grupo ecologista «Just Stop Oil», que en pasadas protestas han bloqueado carreteras pegándose al asfalto, fueron detenidos.

La Policía, que desplegó para la ocasión 11.500 agentes, anunció que no toleraría ningúnturbio. “Ningún activista de Just Stop Oil fue detenida entre multitud de intentos, pintura o algún plan para perturbar la coronación”, confirmó el grupo en Twitter.

Oenegés como Human Rights Watch condenó el bloqueo de «manifestantes pacíficos»

En todo caso, «Divertida», «histórica», «impresionante» y «exagerada» son algunos de los adjetivos con los que los asistentes describieron esta monumental ceremonia, que no dejó indiferente a nadie.

EDITORIAL INTERNACIONAL*
*Con información de AFP y EFE